01 DE MARZO DE 1858 REVOLUCIÓN DE MARZO

En marzo de 1858, Julián Castro, un general que gozaba de la confianza del presidente José Tadeo Monagas, se alzó en Valencia y llevó a cabo la primera rebelión en contra de una autoridad constituida que haya tenido éxito en la historia republicana de Venezuela. Para ese año, los abusos políticos y los males sociales acumulados durante la década de los hermanos José Tadeo y José Gregorio Monagas en el poder (1848-1858) habían alcanzado su nivel de ruptura y fueron las causas subyacentes del golpe militar de marzo. El sectarismo, la corrupción, el desorden en el manejo de la Hacienda Pública y el abandono de la provincia constituyeron la raíz de la violencia política y de la turbulencia social que caracterizaron dicho período. Además de numerosos alzamientos de menor importancia, rebeliones de mayor envergadura ocurrieron en 1848, 1849, 1853 y 1856.

Antecedentes: Al poco tiempo de haber asumido el mando en 1847, José Tadeo Monagas se distanció del caudillo José Antonio Páez y de sus partidarios conservadores para hacer causa común con la oposición liberal. Sin embargo, para muchos liberales, Monagas demostraba estar más interesado en mantenerse en el poder que en implementar un auténtico programa liberal. El nepotismo y el «amiguismo» pronto se convirtieron en la norma de gobierno, mientras Caracas, la capital, presenciaba una verdadera «invasión de orientales» cuyo principal mérito para el puesto que ocupaban era su lugar de nacimiento. Su hermano, José Gregorio, quien le sucedió en 1851, no pudo contener la corrupción y el peculado que habían echado raíces durante el período de José Tadeo. El regreso de este último a la presidencia de la República, en 1855, se vio marcado por un incremento del carácter personalista y autoritario del gobierno; Francisco José Oriach Matute, el cuñado de Monagas, ocupó la vicepresidencia de la República, mientras la prensa era censurada y, en varias oportunidades, los opositores políticos eran asesinados. Las condiciones económicas y sociales se habían deteriorado de igual manera. La crisis mundial de 1857 había causado una caída del 20 al 30% en los precios de las exportaciones del café, del cacao, del azúcar y de los cueros. Las ciudades más importantes, particularmente Caracas, sufrieron la peor penuria de víveres en los últimos tiempos, mientras quedaban desatendidas las peticiones de ayuda hechas ante el gobierno. La abolición de la esclavitud y una violencia política recurrente habían cargado al gobierno una deuda interna de 40.000.000 de pesos, la cual requería más de la mitad de los ingresos de la Hacienda Pública para su servicio. La mala administración de los recursos fiscales significó el abandono de las partidas presupuestarias destinadas a las provincias. El pago de los salarios de los funcionarios provinciales se hallaba retrasado de 6 a 8 meses. Finalmente, la Ley Agraria de 1848 había engendrado falsas esperanzas en los pobres y los sin tierra. Fallas en la ley favorecieron la acumulación de tierras en manos de unos pocos, incluyendo muchos amigos y familiares de los Monagas. En 1857, Venezuela se encontraba en crisis. La confianza en el gobierno había alcanzado su nivel más bajo. La oposición política se manifestaba en todas las grandes ciudades. El bandolerismo se extendía por las provincias desasistidas y el descontento cundía entre las masas explotadas. Pero fue la promulgación de la Constitución de 1857 la causa inmediata de la Revolución de Marzo de 1858.

Las causas inmediatas: Destinados ostensiblemente para incrementar la autonomía de los municipios, ciertos artículos de la Constitución rebajaban de hecho la autoridad de las provincias y centralizaban el poder político en manos del Poder Ejecutivo en Caracas. Al mismo tiempo, al extender el período presidencial a 6 años (en vez de 4) y al permitir la inmediata reelección, lograba perpetuar el mando de José Tadeo Monagas. Conservadores y liberales se sintieron frustrados ante la perspectiva de que se prolongara un régimen de dinastía familiar. Aquellos que luchaban por un mayor control a nivel local no fueron apaciguados por las migajas de autonomía que se les había otorgado a los municipios, pues su verdadero objetivo era la implantación de un auténtico sistema federalista. Aun José Gregorio Monagas y sus partidarios, los «gregoristas» estaban desencantados, clamando que el pacto de familia sui géneris, previamente acordado, se encontraba roto por la prolongación de 4 a 6 años del período de José Tadeo. Desde las ciudades y los pueblos llegaban noticias de confusión, conflictos y abusos en la transferencia de los poderes a los concejos municipales. José Tadeo Monagas parecía no percatarse de la gravedad de la situación. En febrero de 1858, la inquietud del gobierno ante una posible coalición entre la oposición conservadora y liberal motivó la proclamación de una amnistía general; medida que llegó demasiado tarde para resolver la situación. La rebelión estaba prevista para mediados del mes de marzo; pero la revelación prematura de los planes de los conjurados precipitó la fecha del alzamiento al 1 de marzo.

Alzamiento: Ese día, la ciudad de Valencia se pronunció en contra del gobierno y Julián Castro, gobernador de la provincia de Carabobo, cuya hostilidad hacia la administración de José Tadeo Monagas, particularmente después de la promulgación de la Constitución, era apenas velada, dirigió un contingente de 5.000 hombres mal armados que inició su marcha hacia Caracas. Pronto se hizo evidente que el régimen había perdido el apoyo necesario para combatir la insurrección. Los veteranos de la era de los Monagas desertaron en masa y se unieron a los rebeldes o actuaron en forma indecisa. Generales liberales como José Laurencio Silva o Carlos Castelli se encontraron marchando en las filas de la revolución junto con antiguos adversarios conservadores como el general León de Febres Cordero. Liberales a ultranza como Manuel María Echeandía, cuyas credenciales se habían establecido durante la Revolución Popular de 1846-1847, abandonaron al gobierno. El Congreso se negó a declarar su apoyo irrestricto a la presidencia de la República y en ninguna de las provincias se vio a monaguistas tomar las armas para defender al régimen. José Tadeo Monagas entendió la futilidad de defender su posición política y renunció el 15 de marzo de 1858, asilándose en el consulado francés. Irónicamente, el final de uno de los períodos más violentos en la historia de Venezuela desde la Independencia fue incruento. Como todas las rebeliones importantes de la época, esta estaba dirigida por las élites civiles y militares; pero la coalición política de conservadores y liberales, que había nacido únicamente del deseo de derrocar a Monagas, probó ser efímera y comenzó a disolverse casi de inmediato. En la brecha que ahí se formó entraron las masas rurales, los «bandoleros del llano» y los campesinos rebeldes, quienes prepararon el terreno para un conflicto político y social de mayor envergadura. La Revolución de Marzo de 1858, por lo tanto, no fue sino el preámbulo de la lucha civil de 5 años, conocida como Guerra Federal y por la cual la nación pagaría un alto precio en sangre y en recursos.

Prensa CAVIM