28 DE MARZO 1750 NATALICIO DEL GENERALISIMO FRANCISCO DE MIRANDA

Precursor del movimiento de emancipación de Hispanoamérica. Era hijo de un comerciante canario que había hecho fortuna en Venezuela. Francisco de Miranda estudió en la Universidad de Caracas y se alistó en el ejército español en 1771. Combatió en el norte de África, en las Antillas y en la intervención contra Gran Bretaña durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos; en 1781, su participación en el sitio de la colonia británica de Pensacola (Florida) le valió el ascenso a teniente coronel. Destinado en Cuba, diversas intrigas y acusaciones calumniosas lo determinaron a abandonar la isla en 1783.

Ese mismo año, finalizada la guerra con la metrópoli, se había consumado la independencia de los Estados Unidos. Seguidor de los enciclopedistas y los filósofos ilustrados, cuyo ideario político liberal había adoptado, Miranda vio en la emancipación estadounidense el ejemplo a seguir para la América hispana, y animado por este ideal se lanzó, por lo que le quedaba de vida, a luchar contra la dominación colonial española. Recorrió Europa y Estados Unidos defendiendo la causa de la independencia hispanoamericana, a imagen de lo que habían hecho las antiguas colonias británicas del continente. Su pertenencia a la masonería le facilitó el contacto con las personalidades más relevantes de las altas esferas, a través de las logias europeas y americanas.

Durante su estancia en Francia, apoyó la Revolución Francesa, que le nombró mariscal de campo, y prestó sus servicios para la conquista francesa de los Países Bajos (1792-1793). Por su actuación en la victoriosa batalla de Valmy (20 de septiembre de 1792) fue ascendido a general, y al mando del Ejército del Norte tomó las ciudades de Amberes y Roermond; pero su superior, el general francés Dumouriez (que más tarde se pasaría a los austriacos) lo responsabilizó ante la Convención de las derrotas de Maestricht y Nearwinden. Defendido por Chauveau-Lagarde, quien brindó uno de los testimonios más hermosos acerca de su trayectoria y servicios en favor de la libertad, Miranda fue absuelto de todos los cargos. Con la llegada al poder de los jacobinos y el inicio del Terror (1793), fue víctima de las persecuciones del Comité de Salvación Pública contra los girondinos y sus simpatizantes; encarcelado de nuevo, fue absuelto tras la caída de Robespierre.

Presidió luego una junta de representantes de las colonias españolas de América (fundada en París en 1797), que respaldó su campaña en busca de apoyos internacionales. En 1806 regresó a Venezuela, habiendo conseguido promesas de ayuda por parte de la zarina Catalina II de Rusia, del presidente norteamericano Thomas Jefferson y, sobre todo, de William Pitt el Joven, primer ministro de Gran Bretaña, de cuyos intereses geoestratégicos se convirtió en agente.

Miranda pretendía formar un único Estado hispanoamericano independiente desde el Mississippi hasta la Tierra del Fuego, para el cual había proyectado una constitución, ideado un nombre («Colombia») e incluso diseñado una bandera (la actual de Colombia, Venezuela y Ecuador). Pero su primer intento de desembarcar en Ocumare fue rechazado por el capitán general de Venezuela; y un segundo desembarco en Coro no despertó la adhesión que esperaba por parte de los criollos, por lo que regresó a Europa en busca de refuerzos (1807).

La invasión de España por las tropas de Napoleón Bonaparte en 1808 creó en las colonias americanas una situación de desconcierto y vacío de poder, que los independentistas aprovecharon para lanzar su levantamiento con más garantías de éxito: Miranda fundó el periódico El Colombiano, desde el cual coordinó los movimientos independentistas que estallaron simultáneamente y con características semejantes en toda Hispanoamérica en 1810; en aquel año regresó a Venezuela, a instancias de Simón Bolívar y de la junta revolucionaria formada en Caracas.

Un Congreso proclamó la independencia de Venezuela al año siguiente, adoptando una Constitución inspirada en la de los Estados Unidos. Pero Miranda no fue tomado en cuenta para formar parte de las nuevas autoridades ejecutivas, y se recurrió a él únicamente para hacer frente al ejército realista que, con el objetivo de liquidar la insurrección, se estaba preparando en Puerto Rico, al mando de Domingo de Monteverde. La flamante República puso a Miranda al frente de las fuerzas rebeldes y le otorgó plenos poderes para detener el contraataque español (23 de abril de 1812).

Sin medios para organizar un ejército eficaz, Miranda tomó la razonable decisión de rendirse tras la caída de Puerto Cabello, plaza defendida por Bolívar, pero aunque contaba con el respaldo de patriotas de la talla de Juan Germán Roscio, Francisco Espejo y José de Sata y Bussy, la firma de la capitulación (24 de julio de 1812) fue entendida como un acto de traición por parte de algunos jóvenes oficiales como Carlos Soublette, Miguel Peña y el mismo Bolívar. Desacreditado por sus errores políticos y militares, y enfrentado tanto a los republicanos radicales como a los terratenientes conservadores, fue arrestado por Bolívar y entregado a los realistas, que le enviaron preso a España, donde murió.

 

Prensa CAVIM