Uno de los más importantes pintores venezolanos del siglo XIX, Cristóbal Rojas, murió el 8 de noviembre de 1890, a sus 32 años. Aunque tuvo una vida corta y por ende una carrera muy breve, logró en poco tiempo grandes obras maestras de la historia de Venezuela y al morir dejó un gran legado artístico, con pinturas que reflejaron los altibajos de una existencia que no supo de mejores tiempos para recordar.
Rojas empezó su aprendizaje como ayudante del ya famoso pintor Antonio Herrera Toro en las decoraciones de la Catedral de Caracas. Años más tarde participó junto a notables artistas de la época como Herrera Toro y Arturo Michelena, en la exposición conmemorativa del Centenario del Nacimiento de Bolívar en 1883, en la cual fue el triunfador con La Muerte de Girardot en Bárbula.
Él fue un pintor que supo diferenciarse de otros artistas de la época, ya que, a pesar de su interés por los hechos históricos, el trato de la miseria y la muerte fue lo que caracterizó sus obras, por el intenso dramatismo que le otorgaba, además de relacionarlo íntimamente con su historia personal.
Sus últimas obras hacen denotar a un artista que exploró nociones estéticas adelantadas a la época.
Este gran artista venezolano tuvo una significativa trayectoria en los salones de arte de París y también en Caracas, debido a los encargos que recibió por parte del gobierno venezolano. Por lo que hoy la Escuela de Artes Plásticas de Caracas lleva su nombre con orgullo.
Prensa CAVIM