BATALLA DE DABAJURO

La Batalla de Dabajuro fue un enfrentamiento militar librado en 1822 en el contexto de la Guerra de Independencia de Venezuela, entre las fuerzas realistas y patriotas con victoria de las primeras. Mientras José Antonio Páez impone un nuevo asedio a Puerto Cabello, el 1 de marzo de 1822, el brigadier Francisco Tomás Morales con 1.500 efectivos, ​ que iba en el Bergantín Hércules, piso tierra en Chichiriviche y de ahí siguió por tierra a Tocuyo de la Costa. ​ Él contaba con un fuerte apoyo del populacho coriano:​ «la mayor parte de sus habitantes eran realistas decididos, y hubo otros jefes que los capitanearon para hacer una cruda guerra á la República».​ Junto a los pastusos, estos fueron de los gentíos más afectados por las guerras de independencia. Destacaron por su lealtad y su táctica de «guerra lenta».​ Por ejemplo, desde 1810-1811 los corianos movilizaron más de 1.000 milicianos urbanos y caquetíos los pueblos de Santa Ana y Moruy, muchos armados sólo con arcos y lanzas, para rechazar la invasión del marqués del Toro y apoyar la expedición de Domingo de Monteverde.

El apoyo popular, la decisión y capacidades de sus dirigentes sumados a una difícil geografía permitieron a estos pueblos lograr ofrecer una prolongada y firme resistencia a los republicanos, aunque a un grave coste económico y demográfico. El rechazo a las revoluciones liberales que vivió el oeste venezolano es comparable al de Pasto en Nueva Granada o a «la lucha obstinada de los realistas franceses en la Vendée» durante la Revolución francesa. Desde la resistencia al Marqués del Toro en 1810, a las guerrillas del cura Andrés Torrellas y el indio Reyes Vargas hasta después de Carabobo, los corianos y marabeños defendieron la causa realista al grito de «¡Vivan Dios y el Rey!». Efectivamente, sin ese apoyo Morales jamás hubiera podido salir de Puerto Cabello y organizar las campañas de 1822-1823. La República era un concepto abstracto, difícilmente comprensible para la mayoría de la población. En cambio, el Rey era un principio de la vida que no necesitaba ser probado, de allí la enorme dificultad de suplantar la conciencia monárquica por la conciencia republicana, porque era sustituir algo real, algo que todo el mundo asumía como real, por un concepto abstracto cuya realización nadie había visto.

Estos pueblos vivieron la independencia en tres momentos: 1810-1812, 1813-1821 y 1821-1823. El primero fue una guerra entre ciudades donde resistieron a los intentos de la Junta Suprema de Caracas y sus milicias de imponer el nuevo orden.​ Los corianos rechazaron al invasor dirigidos por su aristocracia organizada en su cabildo.​ Acabo desarrollándose un equilibrio de fuerzas entre ambos, durante esos años los monárquicos no pudieron avanzar hacia el interior venezolano​ hasta la llegada de los refuerzos traídos por Domingo de Monteverde.​ En el segundo período la guerra estuvo lejos de su territorio, hubo un repunte económico y Coro fue premiada con el título de «Muy Noble y Leal», un escudo de armas, la «distinción con el mote de confianza de Coro», comercio libre en su puerto, una franquicia fiscal y la creación de una provincia propia.​ Todo eso aún cuando tenía una importancia estratégica relativamente menor.​ Obtuvo estos premios por tener una relativamente grande población española e importancia comercial, y estar estrechamente vinculada al boom azucarero de Cuba.​ La última fase la élite local empieza a desquebrajarse entre quienes desean seguir resistiendo y los que prefieren la sumisión (muchos de los primeros acaban por huir a Cuba, Puerto Rico y España). Después de Carabobo, ésta aceptó la derrota y la resistencia quedó encabezada por el populacho.​ A pesar de que la Corona podía ayudar cada vez menos los corianos formaron guerrillas al mando de Manuel Carrera y Colina, la guerra se centra en el territorio de la provincia y sus ciudades cambian constantemente de manos. A diferencia de otras regiones donde los realistas organizaron una resistencia irregular, aquí hubo poco apoyo indígena porque sus comunidades (fielmente monárquicas) habían sido devastadas en los años anteriores.

Debe mencionarse que los historiadores posteriores como José Manuel Restrepo atribuían el rechazo de amplios sectores de la población a la «lucha justa contra España» a «el fanatismo religioso, el fanatismo por la monarquía y su funesta ignorancia llamándolos los hijos descarriados de Colombia».​ Efectivamente, hay casos como el sacerdote Torrellas que «Semejante a aquellos sacerdotes vendeanos, decía misa antes de combatir, arengaba desde el púlpito a sus soldados, los bendecía y luego al grito de ¡Vivan Dios y el Rey! los lanzaba a una guerra sin cuartel». Sin embargo, debe mencionarse Restrepo demuestra un claro «sesgo ideológico», «desconfiaba de los movimientos populares» (como habían sido las partidas de Coro y Pasto) y busca causas morales más que sociales a «las perturbaciones políticas» porque él estaba «interesado en la construcción de un estado fuerte». Había asumido la «leyenda negra» de los realistas (especialmente los pastusos).​ Hubo otros factores, como el miedo de los terratenientes criollos por un nuevo levantamiento servil como el de José Leonardo Chirino en 1795, la rivalidad existente desde el siglo XVI entre Coro y Caracas porque la segunda le robo a la primera la sede de la capital política y religiosa del país, una menor rivalidad entre la élite coriana y los peninsulares por el acceso a cargos administrativos, o que las ciudades del oeste venezolano no dependían económicamente de Caracas por la poca conexión, sino del comercio naval con Cuba, Saint-Domingue, Curazao, Veracruz, Cartagena y Aruba (lo que las hizo bastante ricas).​

La emancipación venezolana se divide en grandes períodos bélicos. El primero, 1810/1811-1816, donde derrotas y victorias patriotas se fueron alternando. El segundo, 1817-1821, desde la conquista de Guayana, que sirvió de base de operaciones hasta llegar a Carabobo. Una tercera, posterior a la gran victoria. ​ Otros son dividen la guerra en 1810-1812, 1812-1814 y 1814-1823. ​ Clasificaciones más detallistas y basadas en etapas constitucionales hablan de: «Etapa de las Acciones Precursoras» como la rebelión de Chirino (1795) y la expedición de Miranda (1806); «Lapso de las Conspiraciones propiciadas por los Criollos o Mantuanos» (1808-1810); «Período Cívico-constitucional», cuando empieza el proceso emancipador propiamente dicho, como la Primera República (1810-1812); «Segunda República» que marca el comienzo de la «Dictadura de Simón Bolívar» (1813-1814/1815); «Tercera República», igual de breve que las anteriores, dura hasta la unión con Nueva Granada (1816-1819); «Período de la Gran Colombia» (1819-1830).

Al mismo tiempo, el coronel José Rafael de Las Heras sale de Maracaibo con 1.200 infantes, 100 jinetes y 2 cañones para recuperar Coro. ​ El monárquico contaba con la ventaja naval de la fragata de guerra Ligera, el bergantín Hércules y varios transportes menores. Entre el 5 y 6 de marzo, Las Heras desembarca en Casigua mientras Morales entra en Coro con los batallones Barinas y Hostalrich, donde se entera de los movimientos del patriota. ​ El brigadier sale de la ciudad el día 20 para encarar al coronel republicano dejando al coronel Juan Tello en la ciudad. Marchaba con 2.100 infantes, 300 jinetes y 50 artilleros​ apoyados por 2 cañones.​ Otros rebajan su hueste a solo 1.200 efectivos,​ Rafael María Baralt dice que eran 2.000​ y Alexander Walker 3.000.​ Según Ángel Laborde estaban el Coronel Tello en Coro con el batallón Leales Corianos (600​-700 ​plazas) y una compañía del Barinas (200 pl.);​ Comandante José Torres en Casicure con el batallón homónimo (500 pl.) y un escuadrón de caballería (200 pl.) ​cuya orden específica era vigilar a los republicanos en Maracaibo; ​Teniente Coronel Lorenzo Morillo en la sierra con el Batallón Cazadores del General (400 pl.) y alguna caballería (150 pl.); ​Coronel Manuel Lorenzo en El Tocuyo con los Batallones Barinas y Hostalrich (70047​-75010​pl.); por último, en diversos puntos fronterizos de la provincia aún quedaban 500 ó 600 guerrilleros. Totalizando unos 3.400 combatientes. ​ En cambio, en el Archivo Paéz se dice que Morales tenía en Coro 2.000 hombres «fuera de 600 enfermos, 600 en la Sierra al mando de Morillito, 800 en Cacicure y Casigua y 300 en Paraguaná». En total, 4.300 combatientes, pero probablemente solo 3.200 estaban disponibles.

Su lenta marcha permite a Las Heras dar media vuelta y retirarse a Los Puertos de Altagracia y Maracaibo. Morales lo sigue hasta Los Puertos, alejándose de Coro como querían sus enemigos. El 5 de abril general Carlos Soublette sale de Barquisimeto con 2.000 infantes y 200 jinetes, vence a Tello en Chipare y entran su vanguardia en Coro al comando del coronel Judas Tadeo Piñango el 17 de abril. Sin embargo, una fuerte peste deja 700 enfermos en el hospital y le obliga a retirarse a Carora. ​ Por el camino de Pedregal se lleva a 300 enfermos en hamacas mientras quedan atrás 200 muertos y enfermos.

La noticia de la entrada de Piñango en Coro llega a Morales tres días después. ​ Este último comprende que está a punto de quedar mortalmente aislado de Puerto Cabello entre dos enemigos, decide distraer a sus enemigos en Maracaibo con un ataque secundario mientras él recupera Coro. ​ Maracaibo estaba defendida por 1.000 grancolombianos y 250 legionarios irlandeses a las órdenes del mayor Thomas Ilderton Ferrier. ​ Entre el 22 y 23 de abril, desembarcan 600 realistas al mando del teniente coronel Lorenzo Morillo en La Cañada y 216 soldados del Casicure con el capitán Juan Ballesteros en el Empedrado, así amenazarían Maracaibo desde el sur y el norte respectivamente. ​ Debe mencionarse que otros autores hablan de 500 soldados con Morillo y 400 con Ballesteros. ​ El 24 de abril Ballesteros fue vencido y muerto por el regimiento Tiradores; Las Heras también cayó en el combate. Al saberlo, Morillo y su tropa se rinden y son embarcados a Jamaica.

Soublette salió de Carora el 18 de mayo y cinco días después vencía en Pedregal a una columna del coronel realista Simón Sicilia. Sigue hacia Dabajuro vía Urumaco y Zazárida en busca del brigadier realista. Morales salió de Los Puertos el 3 de junio con rumbo a Dabajuro. A las 10:00 horas del 7 Soublette marchó hacia Dabajuro formando la columna de ataque para lanzar un ataque sorpresivo contra un enemigo más numeroso. Al campamento monárquico llegaban dos caminos, pero el republicano prefirió el diestro por ser más ancho y plano. Tras dos o tres horas de marcha su vanguardia hizo prisioneros a algunos vigías enemigos, así se enteró que las fuerzas realistas eran ampliamente superiores, más de lo supuesto, y habían marchado por el camino zurdo estando por entonces en su retaguardia.

Soublette decidió aprovechar para intentar sorprenderlo desde atrás y quitarle la artillería, pero desconocía que Morales había mandado a parte de tropas a descansar mientras algunas estaban al costado derecho del camino, con la artillería, en orden de batalla. El terreno era llano y sin árboles, por lo que era detectable todo ejército a gran distancia. Soublette comprendió su error demasiado tarde, cuando estaba demasiado cerca del enemigo, si se retiraba su fuerza sería destruida por la caballería de Morales.

Soublette ordenó a los batallones Boyacá (derecha) y Orinoco (centro) y una columna de indios de Siquisique (izquierda) atacar al batallón realista criollo Barinas, que estaba en formación de combate vigilando la retaguardia realista. A pesar del duro fuego de fusiles y artillería, los patriotas forzaron al Barinas a huir en desbanda. Los indios y el Orinoco habían llegado primero, aunque los de Siquisique huyeron cuando apareció el Boyacá la victoria parecía segura pero justo llegaron refuerzos peninsulares a reemplazarle, logrando separar al Boyacá del Orinoco.​ A las 15:00 la reserva patriota, el batallón Occidental, aprovechó de atacar sorpresivamente y capturar la artillería enemiga pero es forzado a replegarse con igual velocidad a una posición elevada, donde se le une parte del Orinoco. El Boyacá y parte del Orinoco se retiran a Casicure sin ser molestados, mientras Soublette se atrinchera con el resto de sus hombres en la loma hasta la noche, cuando huye a Dabajuro.​ Según José Manuel Restrepo cien patriotas fueron muertos o capturados.

El 9 Soublette llegaba a Mitare, donde se le unen las partidas guerrilleras del coronel y cura Andrés Torrellas. Al día siguiente continua hacia Carora, donde llegó tras cinco jornadas de marcha.​ A partir de entonces, los monárquicos se hicieron dueños de la provincia coriana por varios meses.​ El brigadier realista decidió respetar el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra y la mayoría de los prisioneros no fue ejecutado, salvo unos pocos oficiales.​ Ahí permaneció hasta el 10 de julio. Una semana después emprendía una nueva ofensiva sobre Coro.​ Esta vez iba apoyado por Juan de los Reyes Vargas con una división de 1.000 infantes y 100 jinetes y se esperaba que otra división a las órdenes de Lino de Clemente saliera de Maracaibo.​

Una tropa de 2.000 realistas​ entraron a Coro el 25 de julio, siete días después de reiniciar la marcha. Morales volvió a Puerto Cabello desde La Vela de Coro el día anterior para suceder a Miguel de la Torre como nuevo capitán general. Pero sabedor de que no podría resistir la ofensiva se llevó a 700​ a 1.200​ con él. Como el batallón Barinas (400 efectivos) le siguió pero por tierra hasta Cumarebo, quedaron en Coro solo las guerrillas de Carrera.​ Tras esto, los patriotas perdieron el interés en continuar la ofensiva. El 4 de agosto el brigadier tomaba el mando.​ El 8 de agosto Morales se decidía a marchar sobre Valencia.

La provincia de Coro perdió la mitad de su población entre 1819 y 1825 producto de que la guerra se prolongó y centró en su territorio en 1821-1823.​ En el período anterior, 1810 a 1820, Coro perdió 4.000 habitantes (y Maracaibo 6.000).

 

Prensa CAVIM